sábado, 6 de diciembre de 2014

Actividad: ¡Todos necesitamos un abrazo!

Una vez acomodados los alumnos, se les presentará una cría de algún animal, como un pollito, perro, gato, oveja, tortuga, conejo o cualquier otro, doméstico e inofensivo. Es importante que sea pequeño, puesto que de esta manera no se corre ningún peligro de que alguien sea atacado o resulte dañado.

Luego de que los niños hacen un contacto con el animal con el objetivo de evacuar toda su curiosidad (se les permite que lo toquen y vean cuanto quieran), se les relata una historia acerca de él. El relato debe contener los siguientes elementos:

1). El protagonista es un animal que necesita que lo cuiden, alimenten, abriguen y bañen, como todos los animales domésticos.

2). Así como tiene necesidades físicas, también necesita que lo quieran, y que le expresen cuánto lo quieren mediante abrazos y jugando con él, como también diciéndoselo con palabras. Es importante explicarles a los niños que este animal está en una casa y convive con una familia, y que por ello tiene derecho a que lo quieran, cuiden y respeten (es decir, hablamos de las necesidades emocionales).

3). Luego se les debe recordar que cada uno de nosotros, los humanos, de la misma manera necesitamos que nos quieran y que nos lo expresen. Podemos enseñarles el paralelismo entre ellos mismos y el cachorro, explicándoles que necesitan que un mayor los cuide y quiera, y además es su derecho. Por otro lado, el hecho de que el animal sea cachorro favorece a la identificación por parte de los niños con éste y sus necesidades emocionales, dado que ellos son “cachorros humanos” (desde la biología).

4). Por último es oportuno reparar en que el cachorro, por ser un animal, no puede pedirnos que lo amemos y cuidemos, pero ellos, que son humanos y sí hablan, pueden pedir afecto y compañía cuando lo requieran, pues todos necesitamos de la satisfacción de las necesidades emocionales.

Esta técnica tiene por objetivo ayudar a los niños a reconocer las necesidades emocionales que todos tenemos por el sólo hecho de ser seres humanos. Las necesidades emocionales, por ser intangibles, a diferencia de las físicas, no siempre son claras, y hasta a los adultos nos cuesta reconocerlas.
El punto de partida para poder satisfacer tales necesidades es, pues, reconocer su existencia.

Frecuentemente, por celos u otro sentimiento que represente una demanda de atención, los niños pueden ofuscarse sin razón, berrinchar y hasta enfermarse. Entonces, al familiarizar al alumno con sus necesidades emocionales, éste puede entender cuándo su comportamiento no es adecuado para obtener la satisfacción de las mismas, y consecuentemente tiene la libertad de modificarlo. Por otro lado, entiende que es lícito solicitar verbalmente cómo necesita que se lo trate, pues no todos somos iguales y por consiguiente no todos necesitamos lo mismo, ni en igual medida.
El implementar un animal para explicarles las necesidades emocionales tiene su razón de ser ya que sigue los lineamientos del lenguaje del hemisferio cerebral derecho. Por otro lado, atrae la atención de los niños, quienes siempre disfrutan de jugar con animales.

Por último, así como el animal debe ser inofensivo para los niños, también se debe tener el cuidado necesario para que los niños no resulten peligrosos para el animal. Colocarlo en una jaula lo protege de una curiosidad voraz que puede lastimarlo. Los niños, sin intención, pueden acabar con la vida de un pollito al jugar con éste.

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